lunes, 26 de marzo de 2007

Magíster de periodismo digital

Te comparto una información sobre capacitación periodística que me envió mi colega chileno Arturo Catalán. El staff de profesores es muy bueno, conjuga experiencia, profundidad y capacidad pedagógica.

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Chile será sede del primer magíster de Periodismo Digital de Latinoamérica

SANTIAGO, marzo 2007. Con la participación de seis destacados expertos extranjeros y más de diez académicos nacionales, la Facultad de Comunicación y Diseño de la Universidad Mayor y el Observatorio de Comunicaciones Digitales (OCD) lanzaron la convocatoria del Magíster Internacional en Comunicación y Periodismo Digital (MICPD), el primero y único en su tipo que se dicta en una universidad de América Latina.

El MICPD espera entusiasmar a todo tipo de profesionales relacionados al mundo de las comunicaciones como periodistas, publicistas y profesionales del marketing para que entiendan y lleven a la práctica este nuevo tipo de manera de enfrentar los contenido y las comunicaciones.

El MICPD está basado en 4 módulos con ramos práctico-teóricos, donde el alumno "aprenderá haciendo" cada una de las materias impartidas, como los alcances de la sociedad de la información, las redes sociales en internet, blogs, periodismo participativo, desarrollo de planes de negocios, diseño web, contenido para dispositivos móviles y las caracterísicas de la Web 2.0, entre otras tendencias.

El programa de posgrado será patrocinado además por el Colegio de periodistas de Chile. Su presidente, Luis Conejeros, estima que actualmente el mercado laboral requiere de nuevas habilidades y conocimientos del profesional de las comunicaciones, que en muchos casos no está satisfecha. "Tomando en cuenta la cantidad de egresados de las Escuelas de Periodismo y de la alta cesantía de nuestra profesión, es clave que los profesionales comiencen a adquirir conocimientos propios de la sociedad de la Información y creo que el MIPCD es un excelente alternativa para ello", comenta Conejeros.

Dan Gilmor, el padre del periodismo ciudadano en el mundo; Jimmy Wales, fundador de la famosa enciclopedia virtual Wikipedia; José Luis Orihuela, doctor en comunicación pública y profesor de la Universidad de Navarra (España); Francis Pisani, de la Universidad de Berkeley (EE.UU.); y Rosental Camon Alves, uno de los pioneros en periodismo para Internet en América Latina y profesor y director de la catedra Knight de periodismo en la Universidad de Texas en Austin, son parte del staff de profesores internacionales, que junto a más de diez académicos nacionales especialistas en comunicación digital, forman parte de quienes dictarán el MICPD.

Para más informaciones, visite: http://periodismodigital.umayor.cl

http://icaro1.mercurio.cl/exchweb/bin/redir.asp?URL=http://periodismodigital.umayor.cl

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sábado, 24 de marzo de 2007

Ciertos aplausos

¿Por qué hay periodistas que aplauden en una conferencia de prensa? Me dan vergüenza ajena. Que lo haga un empleado del personaje que habla, su secretaría, esposa, amante, alguien de la agencia de prensa, vaya y pase, pero un periodista… si fuera por afinidad ideológica, afectiva, religiosa, quizás llegaría a entender, pero creo que una de las maneras de mantener la distancia con la fuente, esa separación que necesito como periodista al escribir o hablar a la audiencia es, justamente, no caer en estos aplausos que muchas veces suenan genuflexos… ¿Vos que pensás?

lunes, 5 de marzo de 2007

Tomas Eloy Martinez y el periodismo

Para quienes hemos leído “La novela de Perón” y “Santa Evita”, los siguientes recuerdos del autor de esos libros, Tomás Eloy Martínez, pueden servirnos para conocer un poco la trastienda de esas obras, en especial por su relación con la organización guerrillera de derecha paraestatal Triple A y su ideólogo, José López Rega. En su edición del 1 de marzo de 2007, el diario porteño La Nación publicó una crónica sobre la presentación de Martínez en un ciclo de entrevistas abiertas. En esta nota, firmada por Loreley Gaffoglio, Matínez también habla sobre el periodismo. El único capital de un joven profesional es su firma y buen nombre. Por eso, dijo, la honestidad y lealtad con la que se escribe tienen que ser siempre un parámetro y un faro para el ejercicio del periodismo.

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"Los políticos pasan, pero la cultura queda"

El ciclo Cara a Cara con el Periodismo , presentado por LA NACION y Zurich, tuvo anoche un cierre a toda orquesta en el que la voz y el pensamiento de una de las plumas más lúcidas y exquisitas del periodismo hispanoamericano cautivaron a un auditorio colmado por varias generaciones de lectores.
El periodista y escritor Tomás Eloy Martínez fue presentado por su entrevistador, Nelson Castro, como un "maestro para todos" y como un "testigo privilegiado de la historia argentina". Y enseguida llegó la
primera pregunta: ¿cómo vive un ex perseguido político de José López Rega el actual juicio a la Triple A?
Tras evocar la imagen de personas empujadas a los Falcon, "mientras gritaban sus nombres completos y DNI con el afán de que algún transeúnte los recordara para denunciarlos", Martínez dijo que revisar la historia con comprensión y ecuanimidad es "siempre valioso y saludable para la vida de un país". Recordó el día de 1975 en que una bomba destruyó el frente de su casa y otra estalló en Radio Del Plata, donde trabajaba, por los conceptos que había vertido en un texto periodístico titulado "El miedo de la
Argentina".

Una inquina peligrosa

"López Rega hacía tiempo me había tomado inquina, y después de leer ese artículo me dio 48 horas para salir del país, aunque permanecí aquí diez días en la clandestinidad. Después, por una invitación de Carlos Fuentes, entonces embajador mexicano en París, viajé a Francia y de allí a Venezuela", contó, al evocar su exilio. Pero tuvo que remontarse en el tiempo para bucear en las razones de su enemistad con López Rega. Así, recordó sus cuatro entrevistas con Perón y la presencia molesta de ese secretario que continuamente interrumpía el diálogo para introducir "proclamas" en favor de Isabel.
"Usted me dio su palabra de militar de que tendríamos este último encuentro a solas", le demandó Martínez a Perón cuando López Rega lo acusó de querer comercializar las cintas grabadas de la entrevista, que el autor de Santa Evita todavía conserva.
"Usted, general, no me dijo que iba a tener que soportar los insultos de un sirviente suyo", fue la respuesta del periodista. Y Perón contestó: "El señor tiene razón. Vaya y acompañe a la señora a comprar lechuga al
mercado", recordó Martínez, quien agregó: "Aquella frase fue mi sentencia de muerte".
Castro quiso saber cuál creía que era la responsabilidad real de Isabel en las acciones de la Triple A. "No hay duda de que ella estaba dominada por las prácticas esotéricas de López Rega, a quien seguía con los ojos cerrados -dijo el autor de La novela de Perón -. Todos sus actos de gobierno estaban bajo el influjo de ese personaje nefasto. ¿Pero quién lo puso primero a López Rega?", se preguntó, para enseguida mencionar a Juan Domingo Perón.
Martínez desestimó la teoría de los dos demonios y señaló que la responsabilidad del Estado por el uso de la violencia es siempre mayor que la que les cabe a los "jóvenes ilusos y utopistas". Y subrayó que,
hacia 1976, "la capacidad de agresión de los montoneros y del ERP era muy minoritaria".
El escritor recordó cuando debió referirse a los sucesos de Trelew y escribió, por primera vez en letras de molde, el concepto "terrorismo de Estado", una "audacia" que terminó con su cargo como director de la
revista Panorama .
"Frente al hecho de esos guerrilleros fusilados a mansalva en Trelew, el vocero de Lanusse, Edgardo Sajón, me había confesado: «A los maringotes se les fue la mano»", recordó, y añadió que fue despedido del medio "por el daño causado a la empresa". Suscitó la risa del público cuando agregó: "En
realidad, nunca cobré una indemnización".
Cuando llegó el momento de que el público planteara sus inquietudes, los intereses de jóvenes y grandes fueron muy diversos.
Hubo preguntas sobre la conveniencia de la asociación entre la Argentina y Venezuela, y allí Martínez deslizó que ambos países pueden hacer muy buenos negocios. Pero advirtió que, en el terreno político, el objetivo de Chávez es "imponer una hegemonía latinoamericana orientada a lo económico y militar, y bajo su liderazgo".

El oficio de informar
Un punto alto del diálogo llegó con los consejos para los periodistas jóvenes. En relación con aquellos que trabajan bajo la órbita de editores "hastiados y descreídos de todo", Martínez dijo que es un error hacer diarios menospreciando la cultura general y la inteligencia de los lectores.
El lector, dijo, "en mucho casos sabe más que el redactor y que el editor". Siempre hay que nivelar hacia arriba, indicó.
Luego subrayó que el único capital de un joven profesional es su firma y buen nombre. Por eso, dijo, la honestidad y lealtad con la que se escribe tienen que ser siempre un parámetro y un faro para el ejercicio del periodismo.
Cuando una persona entre el público quiso saber qué desafíos presenta el futuro y qué queda hacia adelante, el periodista destacó que en la vida de todo país, siempre, lo que trasciende y queda es su cultura.
"Los políticos pasan, la cultura queda", repitió. Y puso como ejemplo el hecho de que todos conocen el nombre de los creadores del Quijote y de Las Meninas. Sin embargo, preguntó: "¿Cuántos pueden nombrar con precisión a los reyes que gobernaban España cuando nacieron esas grandes obras
maestras?".

(fin)

sábado, 3 de marzo de 2007

La literatura tiene algo de lotería


"En esa interminable sucesión de chismes, chascarrillos, cursiladas y alguna genialidad que es el Borges que aparece en los diarios de Adolfo Bioy Casares, el gran hombre le dice cierto 9 de julio a su paciente cronista: una cosa le falta a ese libro (Seis problemas para don Isidro Parodi) para que pueda ser considerado muy bueno: le falta el éxito. Yo no sé si sin éxito una obra puede ser muy buena", cuenta el escritor español Fernando Savater, en esta nota publicada en el diario porteño Clarín. La nota la recibí a través de un servicio de recortes de la escuela de periodismo TEA, que no precisa su fecha de publicación.

En esa interminable sucesión de chismes, chascarrillos, cursiladas y alguna genialidad

que es el Borges que aparece en los diarios de Adolfo Bioy Casares, el gran hombre le dice cierto 9 de julio a su paciente cronista: "Una cosa le falta a ese libro (Seis problemas para don Isidro Parodi) para que pueda ser considerado muy bueno: le falta el éxito. Yo no sé si

sin éxito una obra puede ser muy buena". El comentario bien podía ser irónico o paródico, como don Isidro, porque con Borges nunca se sabe. Pero no deja de plantear una cuestión interesante. En efecto, el más inequívoco criterio que todos aplicamos para determinar que una obra literaria es realmente buena, grandiosa, clásica es el éxito. La Odisea, la Divina Comedia, los Ensayos de Montaigne, Hamlet, el Quijote, Crimen y castigo o Cien años de

soledad son indiscutiblemente logros literarios excelentes porque han tenido un éxito innegable a través de las generaciones. Da igual que a cada uno de nosotros esas obras nos parezcan apasionantes o insoportablemente aburridas: ya están más allá de nuestro alcance crítico. Tolstoi se empeñó en demostrar que Rey Lear era un melodrama malísimo, pero nadie le hizo demasiado caso: ¡cosas de Tolstoi! Tenía razón Chesterton cuando definía a un autor clásico como "un rey del que se puede desertar, pero al que ya no se puede destronar". Es el peso del éxito. No griten más, ya oigo sus protestas: ¡Shakespeare o Cervantes tuvieron —y tienen— éxito porque son parangones de excelencia, no se les tiene por excelentes a causa de su éxito! ¡Usted invierte los factores para adulterar el producto! De acuerdo, admito que sea así en una serie de casos pero, ¿podemos asegurarlo de todos? ¿No puede en ocasiones resultar la grandeza algo como el eco del éxito (los críticos y

"entendidos" apoyándose unos a otros a través de los años), hasta el punto de que ya nadie se atreva a gritar que el rey va desnudo, o sea, escuchado en caso de gritar contra corriente? ¿Es absolutamente descartable la posibilidad de que existan novelas, poemas o dramas superiores a los más celebrados pero que parecen inferiores precisamente por no haber sido tan celebrados? ¿Cómo medir objetivamente el mérito de una obra literaria salvo por su capacidad comprobada de convencer duraderamente a la mayoría de los lectores o a los creadores de opinión literaria? Y esa mayoría, populista o selecta, ¿puede equivocarse alguna vez? Quizá la ironía borgeana antes mencionada apuntaba también en esta dirección llena de dudas… Y así llegamos al enigma de los best sellers cuya aborrecida abundancia hace gemir las estanterías de las librerías de aeropuerto. No me refiero a los falsos best-sellers, es decir a la caterva que imita a los auténticos y trata de agotar el filón descubierto por ellos. A priori, nadie hubiera dicho que una extensa novela escrita por un erudito semiólogo, ambientada en las herejías del siglo XIII y con abundantes párrafos en latín

pudiera seducir a las multitudes: después del triunfo de El nombre de la rosa, los detectives medievales y por extensión romanos, griegos, egipcios y asirios nos han atribulado sin cesar en busca del mimético tesoro. ¡Y qué decir de los dragones, brujos y elfos que corretean hasta la náusea tras la estela victoriosa de El señor de los anillos! No, rechacemos las imitaciones. ¿Qué hay de los verdaderos best sellers, los que inauguran con su éxito estas series? ¿Son buenos o malos, excelentes o detestables? Muchos logran el sufragio multitudinario de los lectores de manera imprevista, la operación de marketing es posterior. ¿Qué pensar de ellos? Si nos parecen mediocres, ¿vale más nuestro juicio personal que el de millones de entusiastas? A mí, El código Da Vinci me parece deleznable. Pero, ¿y si un viajero del tiempo me dijese que dentro de doscientos años seguirá siendo considerado una obra maestra, como hoy creen tantos? ¿Me quedará otro remedio que acatarlo? Stendhal

dijo que la literatura tiene algo de lotería: hay billetes premiados y otros no. ¿Entonces? No sé, por si las moscas yo vuelvo a Dickens. Y me consuelo pensando que lo importante es que no decaiga nunca, justificado o gratuito, el placer misterioso de leer.


(fin)

jueves, 1 de marzo de 2007

“Los periodistas son caros”

Tal el razonamiento de un ejecutivo del New York Times, en relacion a los videos en Internet, reproducido el 2 de febrero, 2007 por Ícaro Moyano Díaz, en el blog La Tejedora. La lógica capitalista en puro estado… Aquí, el artículo de referencia. Si querés comentar, podés hacerlo libremente en el blog de Kau Media, http://kau-media.blogspot.com/

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El New York Times, verdadero emblema del periodismo impreso y uno de los mejores y más innovadores medios ‘online’ va a redoblar su apuesta por el vídeo. Como ya comentábamos el otro día, este tipo de contenidos audiovisuales se están convirtiendo en un nuevo filón de ingresos que está alterando las rutinas de consumo de Internet y va a cambiar la manera de comercializar la publicidad ‘online’.
Pero el NYTimes va a dar un paso más abriendo su página a vídeos enviados por sus propios lectores. La idea de los editores del periódico es que la audiencia del medio se convierta también en generadora de contenidos que el web acogerá como propios.
Nicholas Ascheim, ejecutivo de la compañía, no ha dudado en aclarar los motivos de esta decisión: “lo más caro de un canal de vídeos son los propios periodistas, por eso son interesantes los contenidos generados por los usuarios”.
Cyrus Krohn, alto responsable de Yahoo, ha dejado caer también que su empresa se plantea abrir una línea de negocio basada en los contenidos aportados por los “no profesionales” y apunta al desarrollo de herramientas de micropago para “compensar” (que no ‘remunerar’) a estos usuarios participativos.
Demoledor, este 2007 será casi con toda seguridad el mejor año de la historia para la inversión publicitaria en Internet y ahora resulta que los periodistas son caros y que los usuarios, verdaderos generadores de información, se tendrán que contentar con una “compensación” mientras que la tarta a repartir no para de crecer.

(fin)