lunes, 5 de marzo de 2007

Tomas Eloy Martinez y el periodismo

Para quienes hemos leído “La novela de Perón” y “Santa Evita”, los siguientes recuerdos del autor de esos libros, Tomás Eloy Martínez, pueden servirnos para conocer un poco la trastienda de esas obras, en especial por su relación con la organización guerrillera de derecha paraestatal Triple A y su ideólogo, José López Rega. En su edición del 1 de marzo de 2007, el diario porteño La Nación publicó una crónica sobre la presentación de Martínez en un ciclo de entrevistas abiertas. En esta nota, firmada por Loreley Gaffoglio, Matínez también habla sobre el periodismo. El único capital de un joven profesional es su firma y buen nombre. Por eso, dijo, la honestidad y lealtad con la que se escribe tienen que ser siempre un parámetro y un faro para el ejercicio del periodismo.

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"Los políticos pasan, pero la cultura queda"

El ciclo Cara a Cara con el Periodismo , presentado por LA NACION y Zurich, tuvo anoche un cierre a toda orquesta en el que la voz y el pensamiento de una de las plumas más lúcidas y exquisitas del periodismo hispanoamericano cautivaron a un auditorio colmado por varias generaciones de lectores.
El periodista y escritor Tomás Eloy Martínez fue presentado por su entrevistador, Nelson Castro, como un "maestro para todos" y como un "testigo privilegiado de la historia argentina". Y enseguida llegó la
primera pregunta: ¿cómo vive un ex perseguido político de José López Rega el actual juicio a la Triple A?
Tras evocar la imagen de personas empujadas a los Falcon, "mientras gritaban sus nombres completos y DNI con el afán de que algún transeúnte los recordara para denunciarlos", Martínez dijo que revisar la historia con comprensión y ecuanimidad es "siempre valioso y saludable para la vida de un país". Recordó el día de 1975 en que una bomba destruyó el frente de su casa y otra estalló en Radio Del Plata, donde trabajaba, por los conceptos que había vertido en un texto periodístico titulado "El miedo de la
Argentina".

Una inquina peligrosa

"López Rega hacía tiempo me había tomado inquina, y después de leer ese artículo me dio 48 horas para salir del país, aunque permanecí aquí diez días en la clandestinidad. Después, por una invitación de Carlos Fuentes, entonces embajador mexicano en París, viajé a Francia y de allí a Venezuela", contó, al evocar su exilio. Pero tuvo que remontarse en el tiempo para bucear en las razones de su enemistad con López Rega. Así, recordó sus cuatro entrevistas con Perón y la presencia molesta de ese secretario que continuamente interrumpía el diálogo para introducir "proclamas" en favor de Isabel.
"Usted me dio su palabra de militar de que tendríamos este último encuentro a solas", le demandó Martínez a Perón cuando López Rega lo acusó de querer comercializar las cintas grabadas de la entrevista, que el autor de Santa Evita todavía conserva.
"Usted, general, no me dijo que iba a tener que soportar los insultos de un sirviente suyo", fue la respuesta del periodista. Y Perón contestó: "El señor tiene razón. Vaya y acompañe a la señora a comprar lechuga al
mercado", recordó Martínez, quien agregó: "Aquella frase fue mi sentencia de muerte".
Castro quiso saber cuál creía que era la responsabilidad real de Isabel en las acciones de la Triple A. "No hay duda de que ella estaba dominada por las prácticas esotéricas de López Rega, a quien seguía con los ojos cerrados -dijo el autor de La novela de Perón -. Todos sus actos de gobierno estaban bajo el influjo de ese personaje nefasto. ¿Pero quién lo puso primero a López Rega?", se preguntó, para enseguida mencionar a Juan Domingo Perón.
Martínez desestimó la teoría de los dos demonios y señaló que la responsabilidad del Estado por el uso de la violencia es siempre mayor que la que les cabe a los "jóvenes ilusos y utopistas". Y subrayó que,
hacia 1976, "la capacidad de agresión de los montoneros y del ERP era muy minoritaria".
El escritor recordó cuando debió referirse a los sucesos de Trelew y escribió, por primera vez en letras de molde, el concepto "terrorismo de Estado", una "audacia" que terminó con su cargo como director de la
revista Panorama .
"Frente al hecho de esos guerrilleros fusilados a mansalva en Trelew, el vocero de Lanusse, Edgardo Sajón, me había confesado: «A los maringotes se les fue la mano»", recordó, y añadió que fue despedido del medio "por el daño causado a la empresa". Suscitó la risa del público cuando agregó: "En
realidad, nunca cobré una indemnización".
Cuando llegó el momento de que el público planteara sus inquietudes, los intereses de jóvenes y grandes fueron muy diversos.
Hubo preguntas sobre la conveniencia de la asociación entre la Argentina y Venezuela, y allí Martínez deslizó que ambos países pueden hacer muy buenos negocios. Pero advirtió que, en el terreno político, el objetivo de Chávez es "imponer una hegemonía latinoamericana orientada a lo económico y militar, y bajo su liderazgo".

El oficio de informar
Un punto alto del diálogo llegó con los consejos para los periodistas jóvenes. En relación con aquellos que trabajan bajo la órbita de editores "hastiados y descreídos de todo", Martínez dijo que es un error hacer diarios menospreciando la cultura general y la inteligencia de los lectores.
El lector, dijo, "en mucho casos sabe más que el redactor y que el editor". Siempre hay que nivelar hacia arriba, indicó.
Luego subrayó que el único capital de un joven profesional es su firma y buen nombre. Por eso, dijo, la honestidad y lealtad con la que se escribe tienen que ser siempre un parámetro y un faro para el ejercicio del periodismo.
Cuando una persona entre el público quiso saber qué desafíos presenta el futuro y qué queda hacia adelante, el periodista destacó que en la vida de todo país, siempre, lo que trasciende y queda es su cultura.
"Los políticos pasan, la cultura queda", repitió. Y puso como ejemplo el hecho de que todos conocen el nombre de los creadores del Quijote y de Las Meninas. Sin embargo, preguntó: "¿Cuántos pueden nombrar con precisión a los reyes que gobernaban España cuando nacieron esas grandes obras
maestras?".

(fin)

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