martes, 8 de mayo de 2007
Noticias compartidas
El periodista Gastón Roitberg analiza en esta nota publicada por la revista dominical del diario porteño La Nación la relación entre tecnología y periodismo. Ahora, dice, “las noticias son compartidas. Se crean verdaderas redes sociales. La acción de reporteros ciudadanos y sus redes sociales de contenido permiten el intercambio de información en diferentes formatos (texto, video, fotografía, audio, etcétera). ¿Estamos ante una nueva forma de periodismo?. Nota difundida por el servicio Gacemail el 4 de mayo de 2007.
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Nos encontramos en medio de una revolución silenciosa que está modificando la forma de producir noticias y también de consumirlas. Los medios están alterando sus rutinas productivas por el impacto del llamado newsharing (news, noticias; sharing compartir), es decir, un fenómeno en el que nuevas plataformas disponibles en Internet permiten a los usuarios (y a los periodistas) intercambiar noticias y otros contenidos de manera tan sencilla como incontrolable, en un proceso que parece, por volumen e impacto, no tener límites.
Este cambio en el eje de control de los mecanismos de producción, circulación y consumo de información abre una brecha entre la sociedad on line y la off line, pero también entre los propios periodistas. Un surco que se hace cada vez más profundo y que obliga a la reflexión cotidiana sobre las prácticas, el trabajo con las fuentes y la relación con los lectores.
“El llamado periodismo participativo, o ciudadano, es el movimiento de miles de usuarios de Internet que tienen un rol activo en el proceso de recolección, producción, análisis y distribución de noticias e información”, escribieron en 2002 Shayne Bowman y Chris Willis, autores del profético We Media. How Audiences are Shaping the Future of News and Information (Nosotros, el medio. Cómo las audiencias están moldeando el futuro de las noticias y la información).
El cambio en el mecanismo productor de información y el uso del poder viral de Internet se incentiva desde las propias instituciones educativas. “Hay muchas escuelas –tanto primarias como secundarias– que han trabajado, por proyectos institucionales o por el impulso de algunos profesores, en proyectos de periodismo local o en redes de escuelas que se concentraron en el seguimiento de sucesos o fenómenos que afectan a las respectivas comunidades”, afirma Mariano Palamidessi, profesor de la Escuela de Educación de la Universidad de San Andrés y especialista en temas vinculados con la educación en la sociedad de la información. “Es un movimiento que creció mucho, sobre todo en las ciudades medianas y pequeñas del interior y en escuelas rurales que tienen acceso a Internet”, detalla.
En un contexto marcado por la multiplicación de lo que el magnate de los medios Rupert Murdoch llamó “nativos digitales” (los menores de 30 años que no conciben su existencia sin dispositivos tecnológicos que les permitan estudiar, relacionarse, comprar e informarse), quizá la mayor preocupación para los medios de comunicación sea tratar de desentrañar el poder efectivo de algunos espacios on line que compiten por atraer a sus otrora fieles lectores.
A saber, más de 70 millones de blogs; plataformas, como Topix o Digg, que ofrecen a sus lectores realizar las tareas antes reservadas a cronistas o editores profesionales: escribir artículos, jerarquizarlos, calificarlos y compartirlos; sitios de la llamada web 2.0 basados en el contenido generado por los usuarios (UGC, por sus siglas en inglés; ver recuadro), como YouTube, FlickR, MySpace o Bubbleshare; enciclopedias comunitarias, como la grandiosa Wikipedia, o el llamado “periodismo ciudadano” (citizen journalism) como el sitio coreano OhMyNews! (una de las más exitosas experiencias en la materia) y sus miles de cronistas amateurs en todo el mundo.
El lector-usuario-consumidor abandona, entonces, su rol pasivo y empieza a participar de un proceso creativo que antes le venía impuesto. Así, produce informaciones, fotografías, videos, películas, músicas, y entremezcla sus creaciones con las de otros activos participantes de la galaxia digital. Ya no va en busca de la información: es ésta la que va hacia él. Y si el contenido propuesto le interesa, quiere interactuar y tener capacidad de aplicarle su propio saber. Parece que para un voraz y joven “nativo digital” ya no basta con el texto escrito y la información unidireccional de la fuente matriz. Las barreras de ingreso en estas posibilidades que confluyen en Internet se esfumaron hace tiempo.
Ante este panorama, surgen numerosas preguntas: ¿qué está sucediendo con la profesión periodística? ¿Puede un blogger ser llamado periodista? ¿Cuál es el límite entre un artículo periodístico generado por un medio tradicional y la producción de un ciudadano común que, dotado de la tecnología apropiada, es capaz de generar una historia relevante, bien escrita y publicarla sin intermediación alguna?
“El impacto del newsharing es doble, porque además de las fuentes tradicionales (agencias, otros medios, oficinas de prensa) el periodista puede incorporar fuentes alternativas de información, y se incrementa la competencia”, asegura Iván Adaime, editor del sitio RollingStoneLA, periodista y docente. Y completa: “Aunque en la práctica hay más opinionsharing que newsharing, aparecen nuevas voces, por fuera de los medios tradicionales. Es positivo porque obliga a replantear la profesión y la desacraliza”.
Estos interrogantes se cuelan en lo más profundo del trabajo cotidiano. Es evidente que la tecnología está generando en el periodismo lo mismo que produjo en otras profesiones: borrar las barreras de entrada. Ya no se necesitaría de un medio tradicional para publicar, ni para ser masivo. Basta con una buena historia y un atractivo contenido multimedia.
Julia Zapata, directora de BBC Mundo, confía en su fórmula para diferenciarse de competidores no tradicionales: “Es necesario seguir siendo confiable, fidedigno e imparcial, pero también es imprescindible flexibilizarse y ofrecer algo que no dan los demás, que es la noticia en contexto, altos valores de producción y un nivel de respeto y de participación por el lector que muy pocos ofrecen”.
Entonces, ¿cómo hace el periodismo profesional para competir con este ejército de nuevos problemas? ¿Cuántos periodistas se imaginan a sí mismos con una cámara de fotos de bolsillo, listos para ser al mismo tiempo cronistas, redactores y editores de su propio contenido? ¿Quiénes se atreverían a abrir sus notas a la consideración directa y voraz, la corrección y el comentario de los lectores? El cambio parece irreversible, pero la respuesta, como siempre, parece estar del lado del lector, que es quien elige cómo, dónde y qué contenido es de su interés.
(fin)
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Nos encontramos en medio de una revolución silenciosa que está modificando la forma de producir noticias y también de consumirlas. Los medios están alterando sus rutinas productivas por el impacto del llamado newsharing (news, noticias; sharing compartir), es decir, un fenómeno en el que nuevas plataformas disponibles en Internet permiten a los usuarios (y a los periodistas) intercambiar noticias y otros contenidos de manera tan sencilla como incontrolable, en un proceso que parece, por volumen e impacto, no tener límites.
Este cambio en el eje de control de los mecanismos de producción, circulación y consumo de información abre una brecha entre la sociedad on line y la off line, pero también entre los propios periodistas. Un surco que se hace cada vez más profundo y que obliga a la reflexión cotidiana sobre las prácticas, el trabajo con las fuentes y la relación con los lectores.
“El llamado periodismo participativo, o ciudadano, es el movimiento de miles de usuarios de Internet que tienen un rol activo en el proceso de recolección, producción, análisis y distribución de noticias e información”, escribieron en 2002 Shayne Bowman y Chris Willis, autores del profético We Media. How Audiences are Shaping the Future of News and Information (Nosotros, el medio. Cómo las audiencias están moldeando el futuro de las noticias y la información).
El cambio en el mecanismo productor de información y el uso del poder viral de Internet se incentiva desde las propias instituciones educativas. “Hay muchas escuelas –tanto primarias como secundarias– que han trabajado, por proyectos institucionales o por el impulso de algunos profesores, en proyectos de periodismo local o en redes de escuelas que se concentraron en el seguimiento de sucesos o fenómenos que afectan a las respectivas comunidades”, afirma Mariano Palamidessi, profesor de la Escuela de Educación de la Universidad de San Andrés y especialista en temas vinculados con la educación en la sociedad de la información. “Es un movimiento que creció mucho, sobre todo en las ciudades medianas y pequeñas del interior y en escuelas rurales que tienen acceso a Internet”, detalla.
En un contexto marcado por la multiplicación de lo que el magnate de los medios Rupert Murdoch llamó “nativos digitales” (los menores de 30 años que no conciben su existencia sin dispositivos tecnológicos que les permitan estudiar, relacionarse, comprar e informarse), quizá la mayor preocupación para los medios de comunicación sea tratar de desentrañar el poder efectivo de algunos espacios on line que compiten por atraer a sus otrora fieles lectores.
A saber, más de 70 millones de blogs; plataformas, como Topix o Digg, que ofrecen a sus lectores realizar las tareas antes reservadas a cronistas o editores profesionales: escribir artículos, jerarquizarlos, calificarlos y compartirlos; sitios de la llamada web 2.0 basados en el contenido generado por los usuarios (UGC, por sus siglas en inglés; ver recuadro), como YouTube, FlickR, MySpace o Bubbleshare; enciclopedias comunitarias, como la grandiosa Wikipedia, o el llamado “periodismo ciudadano” (citizen journalism) como el sitio coreano OhMyNews! (una de las más exitosas experiencias en la materia) y sus miles de cronistas amateurs en todo el mundo.
El lector-usuario-consumidor abandona, entonces, su rol pasivo y empieza a participar de un proceso creativo que antes le venía impuesto. Así, produce informaciones, fotografías, videos, películas, músicas, y entremezcla sus creaciones con las de otros activos participantes de la galaxia digital. Ya no va en busca de la información: es ésta la que va hacia él. Y si el contenido propuesto le interesa, quiere interactuar y tener capacidad de aplicarle su propio saber. Parece que para un voraz y joven “nativo digital” ya no basta con el texto escrito y la información unidireccional de la fuente matriz. Las barreras de ingreso en estas posibilidades que confluyen en Internet se esfumaron hace tiempo.
Ante este panorama, surgen numerosas preguntas: ¿qué está sucediendo con la profesión periodística? ¿Puede un blogger ser llamado periodista? ¿Cuál es el límite entre un artículo periodístico generado por un medio tradicional y la producción de un ciudadano común que, dotado de la tecnología apropiada, es capaz de generar una historia relevante, bien escrita y publicarla sin intermediación alguna?
“El impacto del newsharing es doble, porque además de las fuentes tradicionales (agencias, otros medios, oficinas de prensa) el periodista puede incorporar fuentes alternativas de información, y se incrementa la competencia”, asegura Iván Adaime, editor del sitio RollingStoneLA, periodista y docente. Y completa: “Aunque en la práctica hay más opinionsharing que newsharing, aparecen nuevas voces, por fuera de los medios tradicionales. Es positivo porque obliga a replantear la profesión y la desacraliza”.
Estos interrogantes se cuelan en lo más profundo del trabajo cotidiano. Es evidente que la tecnología está generando en el periodismo lo mismo que produjo en otras profesiones: borrar las barreras de entrada. Ya no se necesitaría de un medio tradicional para publicar, ni para ser masivo. Basta con una buena historia y un atractivo contenido multimedia.
Julia Zapata, directora de BBC Mundo, confía en su fórmula para diferenciarse de competidores no tradicionales: “Es necesario seguir siendo confiable, fidedigno e imparcial, pero también es imprescindible flexibilizarse y ofrecer algo que no dan los demás, que es la noticia en contexto, altos valores de producción y un nivel de respeto y de participación por el lector que muy pocos ofrecen”.
Entonces, ¿cómo hace el periodismo profesional para competir con este ejército de nuevos problemas? ¿Cuántos periodistas se imaginan a sí mismos con una cámara de fotos de bolsillo, listos para ser al mismo tiempo cronistas, redactores y editores de su propio contenido? ¿Quiénes se atreverían a abrir sus notas a la consideración directa y voraz, la corrección y el comentario de los lectores? El cambio parece irreversible, pero la respuesta, como siempre, parece estar del lado del lector, que es quien elige cómo, dónde y qué contenido es de su interés.
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