Decenas de trabajadores sufrieron algunos inconvenientes la noche del 16 de junio por culpa de quienes les dan paradójicamente su materia prima. Se trata de los cartoneros, trabajadores pobres que viven de la recolección de basura urbana en los barrios de Olivos, Vicente López y Florida, en el Gran Buenos Aires. Estas personas revisan al atardecer las bolsas de basura para buscar algo que luego puedan vender a empresarios que viven de los desechos. En esta nota del diario La Nación publicada en su edición de hoy podés ampliar información sobre los cartoneros.
Sin embargo, esta noche, algunos de estos trabajadores que viven de la basura vieron con cierta sorpresa cómo los vecinos del norte del Gran Buenos Aires protestaban con sus cacerolas, panquequeras, ollas y otros elementos de cocina contra el gobierno de los Kirchner frente a la Quinta de Olivos. Los cartoneros debieron sortear con resignación y en silencio la manifestación de los que les dejan la basura.
En mi caminata junto a algunos de ellos en medio de la enfervorizada multitud que cubría parte de la avenida Maipú no vi ningún gesto de los manifestantes hacia ellos, ni de rechazo pero tampoco de solidaridad. Reinó la indiferencia, como si los cartoneros fueran perros vagabundos que forman parte del paisaje.
Una paradoja odiosa: Quienes pueden llenar a diario su olla con alimentos, y calentarlas con gas a domicilio a un precio muy barato, abollaban con odio esas cacerolas frente a otros que, con mucho sufrimiento, apenas pueden colocar algún comestible que se calienta debajo de una hornalla alimentada por una garrafa que pagan a muy alto precio.
En este álbum en Flickr podés ver fotos mías del “teflonazo” de esta noche en Olivos y fotos de los cartoneros con las cacerolas de fondo, cacerolas que no sonaban por ellos...