viernes, 4 de enero de 2008

Viejo, deja ya de joder con el 3G

Una persona de casi 90 años comunicándose con un supuesto teléfono de tercera generación (3G). Eso es lo que nos muestra un aviso publicitario que acompaña a esta nota.

No dudo que un anciano pueda hacerlo, conozco varios que utilizan su celular para comunicarse con sus nietos o con sus amigos. Pero los que armaron el aviso y le dieron el OK no tuvieron en cuenta un par de detalles: El celular que porta "don Atilio, de 87 años", según dice la pieza publicitario, es de tecnología 1 o 2G, no de 3G. Además, navegar por Internet en una pantalla tan diminuta como la del teléfono del aviso es como ir por la Ruta de los 7 Lagos, en Neuquén, adentro de un transporte de caudales... Y teclear el celular sosteniendo con la misma mano un bastón no resulta muy práctico que digamos.

El aviso (el escáner con que lo copié no alcanzó a tomarlo entero) apareció en la contratapa de una revista especial publicada el 4 de enero de 2008 por el diario porteño La Nación. El ejemplar incluye imágenes de 138 años tomadas por los fotógrafos del diario. La tapa tiene como protagonista, como la contratapa, a un hombre mayor, que porta una pesada cámara con un trípode por el empedrado de la avenida Pedro de Mendoza, en dirección este-oeste hacia el puente Nicolás Avellaneda, en el barrio porteño de La Boca.

Volvamos a la contratapa y su aviso, el anunciante es CTI, empresa de telefonía móvil que en 2007 lanzó su servicio de tercera generación (3G) por el cual se puede navegar, en teoría, a alta velocidad por Internet desde un teléfono móvil o de una computadora portátil.

"Don Atilio" estaba sentado junto a otras personas el "15/8/2007" cuando fue tomada la foto, según el aviso. Algo improbable porque el servicio fue lanzado por CTI recién entre octubre y noviembre y en algunas reducidas zonas urbanas de Buenos Aires, Rosario y Córdoba.

El aviso comprueba algo que se percibe con frecuencia al ver piezas publicitarias en medios gráficos y TV: La gente de marketing y publicidad no acierta a comunicarse bien con los mayores. Persisten estas actitudes negligentes en general, consecuencia de un déficit de investigaciones y estudios específicos que enfoquen a los mayores como un segmento de mercado significativo.

Pero además, los equipos de marketing y publicidad se componen de personas relativamente jóvenes, remisas a entender experiencias, actitudes y conductas de sus propios padres o abuelos. Se olvidan que los mayores cada vez son más, y que pasados los 75 años hay más problemas de salud, menos dinero, mayor dependencia y, por consiguiente, un menor atractivo como segmento de mercado. Es raro que se apunte en publicidad a estas personas en manera respetuosa.

El aviso también muestra, quizás sin proponérselo, un tema que rara vez se menciona en los medios: la brecha que existe entre las tecnologías de la información y comunicación con las personas ancianas. Ni desde el Estado ni desde las empresas existen políticas activas y prolongadas para que ellas puedan aprovechar en su beneficio estas herramientas. Además, las TICs tienen todavía un camino para desandar para que sean más intuitivas y sencillas para personas que no son precisamente "nativos digitales", como el caso de "Don Atiio".

César Dergarabedian

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